Las bacterias son imprescindibles para la vida
Las bacterias viven con nosotros en equilibrio y nos ayudan a mantenernos sanos
Aunque nosotros las veamos como algo malo, necesitamos a las millones de bacterias que viven dentro de nuestro organismo. El intestino es un claro ejemplo, ya que es uno de los ecosistemas más densamente poblados con cien billones de bacterias de hasta mil especies diferentes. Éstas, necesitan vivir en el intestino, ya que fuera no podrían. Nosotros las alimentamos y a cambio, ellas favorecen la absorción de nutrientes convirtiendo en aprovechables algunos residuos de la dieta que no podemos digerir y regulando parte de nuestras defensas. Eso mismo ocurre en la boca, piel, nariz y genitales.
¿Por qué son tan necesarias las bacterias?
La vida actual, en la que hacemos una
limpieza a veces excesiva y con hábitos alimentarios que tienen mucho que ver
con que cada vez estemos menos en contacto con microbios, es perjudicial a
medio plazo. Por ejemplo, el exceso de limpieza provoca que se supriman de la
piel la mayoría de bacterias que viven en la superficie y altera las
condiciones de humedad. Lo que favorece la aparición de infecciones, por falta
de microorganismos benéficos que ataquen a los patógenos.
La composición de la flora bacteriana[1]
en los
niños, sobre todo los primeros meses de vida, es una de las claves en el
desarrollo del sistema inmunitario. Los niños con floras bacterianas más ricas
y variadas sufren un menor desarrollo de enfermedades como alergias y
dermatitis en los primeros años de vida. Hay que bañar a los niños sin usar jabones,
ni champús agresivos que sean antibacterianos.
El mutualismo es la relación no permanente, ni obligatoria
que se crea entre dos organismos de diferentes especies y en la que ambas se benefician, mejorando su
aptitud biológica, como la supervivencia, el desarrollo o la reproducción. Los
microorganismos o bacterias que tienen estas mismas características y realizan
un proceso de beneficio mutuo con otro organismo, son conocidos como
mutualistas.
Un ejemplo claro de bacterias mutualistas
es el de un microorganismo y un animal. Las cámaras estomacales de un rumiante
(vacas) contienen grandes poblaciones de bacterias y protozoos que llevan a
cabo el proceso de fermentación de la celulosa (presente en las plantas); el
rumiante es capaz de usar la celulosa como una fuente primaria de alimento y el
microorganismo obtiene los nutrientes y un habitad adecuado; de este modo los dos
obtienen un beneficio mutuo.
Es importante que consumamos lácteos no solo para conseguir
sino para mantener una buena flora intestinal, para ello debemos dotar de alimento a las bacterias que la
formarán. Este tipo de sustancias son las que se conocen como los probióticos y son sustancias que hacen posible el
mantenimiento de las bacterias intestinales, es decir, es su alimento. Cada individuo alberga 100.000 millones de
microorganismos de 400 especies que en su mayoría son bacterias, el 95% de las mismas
vive en el tracto digestivo.
Los
alimentos probióticos, según
la Organización Mundial de la Salud (OMS), son organismos vivos de origen natural que al ser
consumidos en las dosis adecuadas tienen efectos beneficiosos para la salud.
Por ejemplo, en 2004 se publicó en el
European Jounal of Nutrition un estudio en el que los
investigadores dieron a dos grupos de estudiantes productos distintos para
beber. Actimel (yogurt) y leche desnatada para observar la cantidad de
linfocitos[2] presentes
en la sangre al consumir dichas bebidas.
Las bacterias beneficiosas producen los ácidos
acético, láctico y fórmico, y bajan el pH del intestino grueso, inhibiendo así
el crecimiento de bacterias patógenas. Nuestro nivel de salud depende en gran
medida de las condiciones de las bacterias beneficiosas y del control que éstas
sean capaces de ejercer sobre las patógenas.
Las bacterias, por tanto no son malas, de hecho son
necesarias, es más, estas en su mayoría favorecen a los diferentes organismos en
comparación con las que los dañan, no se deben ver como algo repulsivo, ya que
nos traen un beneficio y nosotros a su vez las beneficiamos a ellas. A nuestro
alrededor hay millones de bacterias, observa tus manos en un microscopio
después de lavarlas y verás que esos
diminutos seres siguen allí, no al asecho sino a la espera de que lleguen las
verdaderamente patógenas para atacarlas y protegerte.
BIBLIOGRAFÍA
Stanier, R. y otros. (1992) Microbiología. Segunda edición. Barcelona. Editorial Reverte s.a
Ingraham, J. y otros (1998) Introducción a la microbiología. Barcelona. Editorial Reverte s.a
Romero, R. (2007) Microbiología
y parasitología humana: Bases etiológicas de las enfermedades infecciosas y
parasitarias. Tercera edición. México. Editorial medica panamericana
Wassenaar
T. (2002). Las bactérias: Mas que
patógenos, recuperado de: http://www.actionbioscience.org/esp/biodiversidad/wassenaar.html.
(2007). ¿Qué es la flora intestinal?,
recuperado de: http://www.muyinteresante.es/salud/preguntas-respuestas/ique-es-la-flora-intestinal